FAMILIA: CRE, ESPERA E AMA
Me llamo Elena y voy a dar testimonio
de la obra de Dios en mi vida y la de mi familia :
Hace 26 años conocí a Anxo. Era un chico que venía de una familia con muchos problemas; su padre era alcohólico, no se sentía amado, ni valorado, sino más bien despreciado y maltratado. Por eso, hacia los 1O años, comenzó a maltratar su cuerpo, a fumar y a hacer otras cosas malas, pecados y tonterías que le parecían un juego. Él y sus amigos acabaron robando coches, y a los 16 años, se vio en la cárcel, donde se acentuó su sentimiento de marginación y de desprecio. Le costaba mucho relacionarse con los demás y llegó al punto de desear no vivir. Allí se dio cuenta de que la vida no es un juego y que hay normas que cumplir y respetar .Entonces comprendió que la cárcel no era su sitio y deseó con todas sus fuerzas salir de ella.En el fondo de su corazón intuyó que había un Dios, y le dijo: "Mira, ahora soy joven y ya ves cómo me gustan estas cosas de las que no puedo desprenderme, pero te prometo que, cuando sea mayor, voy a ser bueno”.Aún después de esto cometió delitos como para pasar en la cárcel el resto de su vida. Cuando salió con la libertad condicional tomó la firme determinación de abandonar aquel mundo, y Dios le envió personas que le ayudaron.Sucedieron cosas inesperadas en los juicios que tenía pendien-tes y se libró milagrosamente de volver a la cárcel. Gracias a esto empezó a creer que Dios abría caminos donde no los había.
En este momento fue cuando nos conocimos y, en menos de un año, nos casamos. Empezamos nuestra familia con muchas ilusiones y deseos de vivir una historia de amor de verdad. Nos considerábamos cristianos, aunque vivíamos muy alejados de la Iglesia. Pensábamos que todo en nuestra vida dependía exclusivamente de nosotros y, por eso, nuestro proyecto de amor se hizo casi imposible, así como nuestra comunicación. Nos llenamos de reproches y faltas de perdón. Lo teníamos todo: dos hijos (hoy de 9 y 11 años) trabajo, amigos, una casa en el campo... pero nuestro matrimonio estaba a punto de derrumbarse, y la distancia entre nosotros era cada vez mayor.
En este momento fue cuando nos conocimos y, en menos de un año, nos casamos. Empezamos nuestra familia con muchas ilusiones y deseos de vivir una historia de amor de verdad. Nos considerábamos cristianos, aunque vivíamos muy alejados de la Iglesia. Pensábamos que todo en nuestra vida dependía exclusivamente de nosotros y, por eso, nuestro proyecto de amor se hizo casi imposible, así como nuestra comunicación. Nos llenamos de reproches y faltas de perdón. Lo teníamos todo: dos hijos (hoy de 9 y 11 años) trabajo, amigos, una casa en el campo... pero nuestro matrimonio estaba a punto de derrumbarse, y la distancia entre nosotros era cada vez mayor.
En ese tiempo unos amigos muy cercanos cambian sus vidas y entran en un proceso de conversión y amor a la Iglesia. Nosotros rechazamos eso. Cada vez tenemos más problemas y ellos nos insisten en que conozcamos la Renovación Carismática. Les hicimos caso, nos encontramos con Jesús y Él pasó a ser el centro de nuestra familia. Los niños participan en el grupo con otros niños, y nosotros empezamos una vida de oración, a rezar también con ellos, y poco a poco vemos que es posible que nuestra familia cambie. .Por medio de muchas palabras, el Señor nos hace sentir su amor, nos regala muchos dones, entre ellos el de la esperanza, y nos dice que tiene una llamada especial para nosotros y que seremos luz para muchos. Nosotros pensábamos entonces que eso sería vivir en comunidad, hacer un servicio en la RCC, una llamada a evangelizar, o algo así.
Pero, ¡menuda sorpresa! A Anxo le diagnostican cáncer de colon. Tiene entonces 39 años. Al principio todo se nos viene abajo. Es muy duro. Sentimos rebeldía y desánimo. Justo cuando estamos empezando una nueva vida todo se vuelve a estropear .Anxo tiene mucho miedo a dejarme a mí, a no ver crecer a los niños. Yo tengo miedo a la soledad, a tener que seguir adelante sin él. También a él le asusta muchísimo llegar a un punto en que no pueda valerse por sí mismo, y se rebela.
Poco a poco, con el apoyo de los hermanos y la oración, empezamos a aceptar la Voluntad de Dios y a vivir de esa ESPERANZA que el señor nos había regalado. Gracias a la enfermedad hablamos de muchas cosas que habían quedado guardadas, nos perdonamos y nos enamoramos otra vez. Entre operaciones; sesiones de quimioterapia y dolores insoportables, aunque parezca increíble, empezamos a vivir la paz en medio del dolor, y es la época más feliz de nuestra vida.Vemos que nuestro Dios es fiel, que ha estado siempre con nosotros, y Anxo puede decir:“Me siento amado, me siento perdonado.Él ha pagado toda mi deuda y ya no debo nada”.
Poco a poco, con el apoyo de los hermanos y la oración, empezamos a aceptar la Voluntad de Dios y a vivir de esa ESPERANZA que el señor nos había regalado. Gracias a la enfermedad hablamos de muchas cosas que habían quedado guardadas, nos perdonamos y nos enamoramos otra vez. Entre operaciones; sesiones de quimioterapia y dolores insoportables, aunque parezca increíble, empezamos a vivir la paz en medio del dolor, y es la época más feliz de nuestra vida.Vemos que nuestro Dios es fiel, que ha estado siempre con nosotros, y Anxo puede decir:“Me siento amado, me siento perdonado.Él ha pagado toda mi deuda y ya no debo nada”.
Según avanza la enfermedad descubrimos que el Señor nos llama a ofrecer todo lo que estamos viviendo para que dé mucho fruto en nuestras familias, en nuestro grupo de oración y en tantas personas que el Señor está trayendo a nuestro lado.El pasado 10 de Marzo le ingresan en el hospital Ya no puede moverse de la cama y su cuerpo está destrozado. Cuando más le apretaba el dolor decía: "Gracias Señor porque tu yugo es suave y tu carga ligera", y ofrecía todos sus sufrimientos por la salvación de las almas y por la santidad de los sacerdotes.Es como si le leyese el alma a cada persona que se le acerca; a todos les dice aquello que necesitan escuchar de parte de Dios.Decía: "Los que están verdaderamente enfermos son los que no conocen a Dios. Yo me muero, pero estoy más vivo que ellos".De la esperanza pasamos a la certeza, y él llegó a sentir: "Nadie me quita la vida, yo la entrego libremente para la salvación de muchos"
En ese momento sentimos que tanto nuestros hijos como yo somos de Dios, que Él nos cuidará y nos dará una familia nueva de hermanos en la fe. Anxo tiene siempre una palabra de ánimo para cada uno y es él quien nos consuela a todos. No se le oyen quejas y tiene un asombroso sentido del humor.Una tarde, en el hospital, él nos habla de que quiere que su funeral sea una Misa de gloria, de fiesta; elige los cantos y las lecturas, pide que haya danza, que nos vistamos de blanco, que no estemos tristes, que el dinero de las flores lo enviemos a las misiones y que su cuerpo, después de incinerado, las aguas de un río se lo lleven al mar.
Fijaos si Dios le dio alegría que, cuando le proponen para esa Misa el canto "En el cielo todos cantan aleluya", él contesta: "Sí, sí, ése, que va a ser muy lacrimógena”.En él vemos que la santidad de Dios está a nuestro alcance si lo entregamos todo.Su estancia en el hospital coincidió con la Semana Santa; él quería llegar a la Pascua y el Señor se lo concedió:El 2 de Abril, martes de la octava de Pascua, se fue con el Padre. Nos había dicho :"Vivid unidos. Estad unidos. Ya os he visto a todos. Ahora quiero ver a Jesús"
Y yo hoy, desde aquí, bendigo a Dios por su Historia de Salvación con todos nosotros.